La escritura siempre ha formado parte de mi vida.
De niña volcaba mis pensamientos y mis sueños
en las páginas de decenas de diarios que iba cambiando de sitio cada poco tiempo, por miedo a
que alguien pudiera encontrarlos.
¡Llegué a inventarme hasta un lenguaje secreto para escribirlos!
En aquellos diarios a veces narraba lo sucedido durante el día, pero, sobre todo, mis sueños más
locos, mis anhelos y también mis miedos.
Porque escribir desde siempre me ha ayudado a disfrutar
con más intensidad en los días más soleados, pero también a afrontar los días más tormentosos.
Entre las páginas de mis libros siempre encontrarás muchos pedacitos de mí y, si tú quieres,
también podrán formar parte de ti.
A veces hacemos cosas que nos hacen sentir plenos, pero no reparamos en ello.
La escritura es una forma de expresar mis sueños, mis miedos y mis anhelos.
Una forma de evadirme, perderme y reencontrarme conmigo misma.
Cuando escribo las historias cobran forma a través de mis manos y dedos, que se deslizan como por arte de magia por decenas de cuadernos o por el teclado de mi portátil.
Mi mente descarga todas esas “imágenes” como si se tratara de una película que me sé de memoria y que quiero contarle a los demás. Y, entonces, se obra la magia.
Para mí escribir una historia es como hacer un puzle de miles de piezas.
Poco a poco y sin saber muy bien cómo, cada una de ellas va encontrando su
lugar hasta construir ese todo que permite que la historia se convierta en perfecta, mágica.
Vivo a través de los personajes cada uno de sus avances.
Lloro, río, me asusto, me emociono…
Porque solo disfrutamos las historias con plenitud cuando consiguen emocionarnos.
En muchas ocasiones mi día a día es como una carrera de fondo. Peques, charlas, trabajo, ferias, casa…
Quiero hacer siempre tantas cosas, que siento que me faltan horas. Seguro que a ti te ha pasado alguna vez.
Debes saber que la vida se compone de momentos únicos, que la importancia de las cosas siempre es relativa, y que da igual si se nos quedan cosas en nuestra lista de pendientes.
Lo importante es disfrutar al máximo de cada instante.